1 jul 2013
Consejos para guionistas: Historia de la historia y el discurso
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26 jun 2013
Consejos para jóvenes guionistas: Veracidad y Verosimilitud
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18 jun 2013
Consejos para guionistas: La retórica del suspenso
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1 jun 2013
Guionistas del cine:12 pasos para viajar de novato a profesional
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9 may 2013
Clases de ortografía: LE no es lo mismo que LES
- P. 81: "daba igual cuántas vueltas LE dieras a las cosas".
- P. 137: "LE dio la vuelta a las servilletas".
- P. 150: "LE sacaba tres cabezas a todos los chicos".
- "daba igual cuántas vueltas LES dieras a las COSAS".
- "LES dio la vuelta a las SERVILLETAS".
- "LES sacaba tres cabezas a todos los CHICOS".
- "daba igual cuántas vueltas LE dieras": LE es singular, así que se refiere a una sola cosa.
- "daba igual cuántas vueltas LES dieras": LES es plural, así que se refiere a varias cosas.
- "LE dio la vuelta": LE es singular, así que se refiere a una sola cosa.
- "LES dio la vuelta": LES es plural, así que se refiere a varias cosas.
- "LE sacaba tres cabezas": LE es singular, así que se refiere a una sola cosa.
- "LES sacaba tres cabezas": LES es plural, así que se refiere a varias cosas.
21 abr 2013
Escribiendo buenos guiones con el corazón y intensamente
Mientras que la película tuvo muchas explosiones y toneladas de efectos especiales, la audiencia estaba conectada con la historia debido a la relación de los personajes con otros.
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18 mar 2013
Las 10 cosas que me hubiera gustado saber antes y no después
14 mar 2013
Consejos para jóvenes guionistas: Investiga, investiga, investiga
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6 mar 2013
¿El guión es una pieza de literatura independiente?
28 feb 2013
Escritura del guion: Una estructura
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18 feb 2013
El formato adecuado: ¿Cómo hacer un guión cinematografico?
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13 feb 2013
Cómo escribir un guión - Modelo problema-solución
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7 feb 2013
Trucos de guionismo: Red Herrings y macguffins
Están dos hombres parados frente a un artefacto extraño. Uno le pregunta al otro que qué es eso. El segundo responde: "Es un macguffin. Es una herramienta para cazar leones en la montañas". "Pero en las montañas no hay leones", dice el segundo. "Ah bueno, pues entonces no es un macguffin".
Aunque la palabra tiene sus raíces en ese chiste medio menso de arriba, su uso en términos cinematográficos fue utilizado por primera vez por Alfred Hitchcock como una forma de describir un elemento cuya única función es distraer al público de la trama central. En términos generales, es un elemento (comúnmente un objeto físico, aunque también puede ser una persona) que sólo sirve para avanzar la trama, sin afectarla de manera importante, y en muchos casos, que ni siquiera volvemos a ver. Puede ser, por ejemplo, el maletín que todos quieren, pero nunca sabemos por qué. Es decir, el valor o función de la "cosa" en cuestión es irrelevante, lo único que nos interesa es que todos los personajes lo quieren. Ahora, lo que hay que recordar, es que el simple hecho de que "todos lo quieran", no lo convierte en un macguffin. Sólo es macguffin cuando no tiene una influencia directa sobre la trama.
Los ejemplos clásicos, son los que seguramente ya se están imaginando: El maletín de Pulp Fiction (o el de Ronin); el diamante de Titanic y la caja de FedEx de Tom Hanks en CastAway. Ayudan a avanzar la trama sin pedirte que te enfoques demasiado en ellos.
El red herring es similar pero con una diferencia crucial: este sí afecta la trama, al grado de que te lleva en una dirección completamente diferente a la respuesta verdadera. Me explico: Es un elemento que causa una desorientación completa. Aunque existen varias teorías sobre el origen del término, una de las más populares es que algunos fugitivos utilizaban el olor fuerte de este pescadito (en español: arenque), para distraer el olfato de los perros policiacos. En esencia, te distraen del objetivo del escritor.
Un buen red herring está completamente entretejido a la trama y no es sino hasta el final que nos damos cuenta que en realidad no era nada y su única intención fue alejar la atención del público de lo que realmente importaba. Los programas policiacos y de investigación son expertos en esto. Un buen ejemplo, puede ser cuando la esposa del asesinado (quien la engañaba con su secretaria) no tiene una coartada. Inmediatamente pensamos que ella es la asesina. Pero resulta que su falta de coartada era un red herring, porque en realidad la esposa, al momento del asesinato, estaba también engañando a su esposo con alguien, pero simplemente no quiso divulgar esa información hasta ahora. Pero, resulta que la infidelidad del esposo sí fue lo que lo terminó matando, porque al final nos enteramos que el asesino fue el esposo de su secretaria. Y así, el tema de la infidelidad es introducido con buena razón, y no solamente para distraernos.
Algunos ejemplos:
-En 12 monos. Bruce Willis y los científicos de su tiempo leyeron "We did it!" y ya todos nos creímos que los responsables del apocalipsis fueron los miembros del "Ejército de los 12 monos", ¿no?
-En El código Da Vinci, Dan Brown incluso nombró a su red herring con la traducción literal al italiano de esas palabras: Cardenal...Aringarosa. (No, a Dan Brown no se le da ser sutil)
-Y, a veces, el truco sólo es para nosotros, el público: Hitchcock abre Psycho con Marion Crane robándose $40,000 dólares y huyendo de su oficina. La idea es que creamos que la cinta es sobre ella y quizá sobre la gente que la busca para recuperar el botín. Pero no. El personaje principal no es quien creíamos y la película trata de algo completamente diferente.
-La fotografía de Emma Watson que ilustra este post.
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27 dic 2012
El Guion como género literario
El eterno debate sobre si el guion tiene capacidad de ser o no un género literario y si el guionista debe ser considerado o no un escritor parece haber llegado a su fin, al menos en España. El pasado 23 de noviembre, el presidente de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), José Manuel Blecua, anunciaba la creación de un premio de guiones cinematográficos que, a partir de 2013, se otorgará cada año al mejor trabajo de autores españoles y americanos en lengua española.
Con el premio, la RAE reconocía la tesis de su académico José Luis Borau en favor del guion como género literario, y este pudo ver su sueño cumplido antes de su fallecimiento, apenas horas después de darse a conocer el hecho.
Borau, autor de películas como 'Mi querida señorita', 'Furtivos', 'La Sabina', 'Tata Mía' o 'Leo', o series de televisión como 'Celia', fue uno de los principales defensores del guion como género literario. En su obra 'El cine en nuestro lenguaje' prueba la influencia que ha tenido el séptimo arte - a través de sus guiones- en el lenguaje de las últimas décadas, así como en la literatura española. Hechos innegables a la luz de los datos de la misma.
Borau se situaba en las antípodas de otros autores, principalmente directores, que han esgrimido múltiples argumentos en contra de que el guion alcanzara tal reconocimiento. Entre los ilustres que fervientemente han negado que el guion sea un género literario, encontramos a cineastas de la talla de Andrei Tarkovski, David Cronenberg, o del español Vicente Aranda.
Este último, por ejemplo, ha sostenido que el guion es sinónimo de "telegramas enviados a técnicos y actores". Sería deseable saber si los autores que coescribieron con él, como Joaquín Jordá o Álvaro del Amo, juzgaban del mismo modo su aportación. Pero al hablar de Vicente Aranda, cineasta que merece un respeto por su filmografía, hay que tener en cuenta que su manera de ver los guiones está impregnada de una particular perspectiva como director, lo que en su caso le impide, al parecer, poder percibirlos como piezas de valor independiente.
Algo similar le sucede a Tarkovski, quien en 'Esculpir en el tiempo' afirma: "Debo adelantar que nunca he considerado que el guion sea un género literario propio". La perspectiva del director ruso viene, asimismo, determinada por su propia incomprensión del valor del guionista no director, lo que manifiesta cuando establece: "En realidad no entiendo por qué una persona con cualidades literarias -si excluimos motivos meramente económicos- puede querer llegar a ser guionista de cine. Un escritor debe querer escribir. Y quien esté en condiciones de pensar en imágenes cinematográficas..., que se haga director de cine."
Sin entrar a reivindicar lo que sin duda haría una legión de novelistas convertidos a guionistas por puro placer, se hace preciso remarcar que Tarkovski no concibe que alguien pueda desear ser guionista porque le guste escribir guiones, sin intención alguna de llegar a dirigir. De ahí que también manifieste: "Si un guion tiene la belleza y la magia de una obra literaria, sería mejor que fuera una obra en prosa y no un guion." Su afirmación parece indicar que el mítico cineasta falla, a su vez, en darse cuenta de que las razones por las que un guion tiene entidad como obra literaria, no son las mismas que podría tener la novela.
¿Pero por qué el empeño en negar al guion el papel que le corresponde? ¿Podríamos, en el caso de Tarkovski, negar que 'La infancia de Iván' sin Vladímir Bogomólov, o 'Stalker' sin la colaboración de Arkadi y Boris Strugatsky en la adaptación a guion de su novela original hubieran dado lugar a obras cinematográficas distintas? ¿O que una de las más brillantes escenas de "El espejo", salió cuando después de una pelea entre el cineasta y su coguionista, Misharin, este último la reescribió? ¿Por qué, entonces, ese afán de negar al guion y al guionista - escritor- el valor que le corresponde?
Cronenberg, otro cineasta-guionista de creatividad innegable comparte punto de vista con los anteriores: "Un guion no es literatura. Un guion es un fantasma de algo que todavía no nació". El punto de vista de Cronemberg es comprensible si se refiere a cómo él utiliza los guiones para sus películas. Probablemente si Cronenberg fuera a escribir y dirigir una obra teatral, diría exactamente lo mismo.
La negación del guion como género literario y del guionista como escritor viene, a veces, del propio guionista no-director. Sin embargo, quien piense que la afirmación debe ser cierta simplemente por haberla manifestado un guionista, se lleva a engaño. La verdad es independiente del rol del sujeto que la afirma. Y así que un guionista no reconozca aquello que es, no le hace menos de aquello que es, aunque lo niegue.
Hay quienes se aferrarán al argumento de que el guion es solo un medio para que lo escrito sea representado. ¿Pero acaso no lo es el teatro? ¿Acaso la obra escrita teatral no es una historia para ser representada? ¿Acaso no se compone de diálogos que serán dichos y actuados por los actores que darán vida a los personajes? ¿Acaso no contienen instrucciones del autor al director o actores a través acotaciones, o sugerencias escenográficas para que sean en cuenta al representar la obra? ¡Por supuesto que sí! ¿Y eso priva o debe privar de que se considere a la obra teatral escrita un género literario?
El guion guarda la misma relación con una película que la obra teatral escrita con la obra teatral representada. Que un guion o una obra teatral escrita hayan nacido para ser objeto de una metamorfosis y convertirse en película o en obra teatral, no los hace menos obras literarias.
Todo analista o asesor de guiones que se precie, reconoce que de vez en cuando, entre los muchos que le toca leer, se encuentra con pepitas de oro que le producen auténtico placer. Y esto es un fenómeno independiente del hecho de que sean o no producidas más adelante. Poseen capacidad propia -a través de la simple escritura- de generar sensaciones a ese analista o asesor, y por extensión al público potencial que las lea. Por tanto, ¿en base a qué le negamos el derecho a la existencia como obra independiente? ¿Por qué privar del deleite de la lectura de esas obras si las industrias audiovisuales no hubieran decidido llevarlas a cabo? ¿No sería justa su publicación para que el lector pudiera leerlas e impregnarse, así, de sus universos, personajes, tramas, atmósfera...?
Afortunadamente para el guion y para los guionistas que se consideran escritores, Borau y la RAE están lejos de encontrarse solos. Cientos de guionistas y miles de personas opinan de forma análoga. Conocidas son las argumentaciones de guionistas que reivindican el valor propio de sus aportaciones a la obra, como es el caso de Guillermo Arriaga, quien ha afirmado: "Las películas también tienen una narrativa. El guion también puede ser un género literario. Al final, lo que el espectador se lleva al salir del cine es una historia". Más allá de nuestras fronteras hispanohablantes, Charlie Kaufman afirma: "La única persona completamente creadora de la película es el escritor. El director interpreta el material. Los actores interpretan el material. Todos interpretan el guion".
Borau, Arriaga y Kaufman son solo algunos de los autores que se han dado cuenta de que el guionista es ante todo escritor y que el guion es un género literario. La RAE ha dado un soporte a su manera de pensar con ese premio al guion cinematográfico.
Como en todos los géneros literarios, en el mundo del guion tendremos obras verdes y obras maduras. Algunas nos harán pensar y afirmar que mejor si no se hubieran escrito; pero otras nos deleitarán, nos harán sentir y soñar. Porque siempre, los amantes de la lectura de historias, seguiremos deleitándonos gracias a lo que un escritor escribió, en forma de novela, de obra de teatro ...o de guion.
Valentín Fernández-Tubau
3 dic 2012
Rafael Azcona: oficio de guionista parte 1
"Un guión no son más que palabras que cuentan una película que aún no existe"
(Rafael Azcona)
4 nov 2012
22 consejos para un buen guión - Emma Coats (Pixar)
1.- A los personajes se les admira más por lo que intentan que por lo que consiguen.
2.- Ten en mente lo que te interesa en tanto que miembro del público, no lo que consideras más divertido en tanto que escritor. Las dos cosas pueden ser muy distintas.
3.- Tener claro el asunto es importante, pero no tendrás claro de qué va la historia hasta que hayas llegado al final. Ahora, a reescribir.
4.- Érase una vez un (o una) ___. Todos los días, ___. Pero un día, ___. Y, por eso, ___. Y, por eso, ___. Hasta que, finalmente, ___.
5.- Simplifica. Céntrate. Funde unos personajes con otros. Salta por encima de las ramificaciones. Te parecerá que estás dejando atrás cosas valiosas, pero en realidad te estás liberando.
6.- ¿Qué se le da bien a tu personaje? ¿Qué le hace sentirse cómodo? Enfréntale a su opuesto matemático. Ponle a prueba. ¿Qué tal se las apaña?
7.- Ten claro tu desenlace antes de haber llegado al nudo. En serio. Los finales son lo más difícil, ten el tuyo preparado cuanto antes.
8.- Termina tu historia, y ciérrala incluso si no te ha quedado perfecta. En un mundo perfecto, tendrías las dos cosas [un final y una historia perfecta]pero debes seguir adelante. Hazlo mejor la próxima vez.
9.- Cuando estés atascado, haz una lista de cosas que NO van a ocurrir a continuación. En muchos casos, así encontrarás las ideas que te sacarán del apuro.
10.- Disecciona las historias que te gustan. Lo que amas en ellas es una parte de ti: debes reconocerlo antes de aprender a usarlo.
11.- Poner tus ideas sobre el papel te permite empezar a trabajarlas. Una idea perfecta que sólo está en tu cabeza es una historia que nunca compartirás con nadie.
12.- Desecha la primera cosa que se te venga a la mente. Y la segunda, y la tercera, y la cuarta, y la quinta… Deshazte de lo obvio, sorpréndete a ti mismo.
13.- Dales opiniones a tus personajes. Los pasivos y los manejables pueden resultarte simpáticos a ti, que eres el que los escribe, pero son veneno para la audiencia.
14.- ¿Por qué debes narrar precisamente ESTA historia? ¿De cuál de tus pasiones se alimenta tu relato? Esa es la clave del asunto.
15.- Si tú fueras tu personaje, en esta situación, ¿cómo te sentirías? La honestidad añade credibilidad a las situaciones increíbles.
16.- ¿Qué está en juego? Danos razones para querer a tu protagonista. ¿Qué ocurrirá si no tiene éxito? Ponlo todo en su contra.
17.- No hay trabajo malgastado. Si la cosa no funciona, relájate y pásate a otro proyecto. Lo que has hecho te será útil más adelante.
18.- Conócete a ti mismo: distingue la diferencia entre hacerlo lo mejor que sabes y lucirte. Narrar es una cuestión de intentarlo, no de depurarlo.
19.- Usar las coincidencias para meter en apuros a tus personajes es genial. Usar las coincidencias para sacar a tus personajes de un aprieto es hacer trampas.
20.- Un ejercicio: analiza los elementos de una historia que no te gusta. ¿Cómo los dispondrías para hacer una historia que SÍ te gusta?
21.- Identifícate con tu escenario y tus personajes, no les hagas reaccionar de forma guay. ¿Qué te llevaría a ti a actuar como actúan ellos?
22.- ¿Cuál es la esencia de tu relato? ¿Y el modo más sencillo de narrarlo? Si sabes eso, podrás empezar a trabajar.
¡Espero que os sirvan y hasta la próxima entrada!
13 sept 2012
La estructura ideal de una escena

*David Mamet es un novelista, ensayista, autor teatral, dramaturgo, guionista y director de cine estadounidense.
2 jul 2012
" Los directores TV se someten y manda el guionista"

- Ahora que las series de televisión copan hasta titulares de periódicos, ¿qué lugar ocupan ellas en su vida de espectador?
No veo televisión, ni siquiera las cosas buenas. La tengo apagada. En mi casa, mi mujer es adicta a los informativos y algunas series. Ve Mad men y le encanta. De sólo verla, me perturba. Los decorados son tan limpios que me incomodan. Me molesta cómo se peinan, cómo se visten, me parece un simulacro de la época. Siento ganas de irme, no quiero oírles hablar. Me parece una gran mentira. Veo dos imágenes y me tengo que ir. Me produce aversión física desde mi ojo de realizador. Mucha gente me dice que estoy equivocado, que es muy buena. Esa excesiva y extraña pulcritud de los 60 me espanta. La única serie de televisión que he visto y me enganchó es The Wire, es puro Balzac, la comedia humana. El resto es como los folletines del siglo XIX, no quiero ser peyorativo sino que lo que hoy llaman modernidad es haber vuelto a esa manera de atender las historias por entregas.
- En las series, para contar una historia se toman un tiempo que resulta imposible en el cine.
No creo que haga falta tanto tiempo para contar historias como sucede en la televisión, con las series. En cinco minutos se puede contar una historia, si es muy buena. Chéjov era capaz de contar una historia buenísima en 28 páginas. La necesidad de sesenta horas o mil páginas pasa a veces, pero no se necesita que todo el mundo quiera ser Tolstoi. Esta dimensión de cincuenta horas y seis temporadas es tremenda. Contar las cosas en cien minutos es un reto. Eso es el arte dramático. Son los famosos tres actos shakespeareanos. Aristóteles ya lo expuso. Saber condensar el tema, plantearlo, contarlo y desarrollarlo es un arte. Eso de relatar algo durante 14 días seguidos no sé, en cambio, si es arte o aburrimiento. Para los que no tienen vida propia puede ser útil y resultar un gran relleno. Como vivimos cada vez más en un mundo virtual, donde la gente vive mucho menos su vida y más la de los otros, pasa así. Personalmente no me interesa jugarme mi existencia de esa manera. No desconozco la inteligencia de los tíos que escribían The Wire. Yo no quiero, sin embargo, escribir cosas tan largas.
- Ha habido una alternancia de roles entre el director y el guionista en las series. El segundo es el que manda...
Es que en la televisión el director no existe porque lo cambian en cada episodio. Entonces resulta que es el actor quien mejor conoce al personaje. En el fondo, la televisión lo que ha hecho es suprimir al director. Él sólo es un buen profesional que vigila que se cumpla lo que dicen y han hecho otros, sobre todo, el productor-creador. No me interesa eso porque quiere decir que el relato está en otro lado. La mirada de un director que transformaba o daba sentido a la historia, como lo hacían Welles, Renoir, Truffaut o Keaton, no existe en la televisión. Los directores de series se someten y manda el guionista. El tono es neutro, no hay estilo. Si llega un director con su mirada particular, tienen que echarlo. No me interesa practicar ese territorio. Mientras pueda evitar trabajar en una oficina como la de la televisión, lo haré. No voy a cambiar mi trabajo en libertad, independiente, donde hago lo que quiero.
- ¿Nota que los espectadores estén cambiando?
Está habiendo una mutación en el público. Hay un déficit grande de atención que ya lo están estudiando neurólogos, sociólogos, filósofos y educadores. La gente no es capaz de estar horas pensando. Ni siquiera es capaz de leer una novela o ver algo tranquilamente, se están levantando todo el rato. Hacen muchas cosas al tiempo. Yo, por ejemplo, no tengo celular. No quiero que me llamen ni llamar a nadie. No quiero estar continuamente comunicado. No quiero ser accesible, ni siquiera para mi madre. Me gusta el silencio, estar solo, concentrarme en mi propia vida. Veo que estamos en un momento en el que no se trata solamente de un cambio tecnológico sino de una mutación de la especie. Hasta la mano humana va a ser distinta, el pulgar va a evolucionar por el uso de los aparatos tecnológicos.
30 mar 2012
Sobre la estructura o por que los guiones no tiene que ver con la realida ya que la construyen

Que un guión tenga estructura —que cualquier discurso tenga estructura— quiere decir 1) Que habla de una diferencia, de una distinción, de un contraste 2) Que le confiere un valor a esa diferencia o contraste 3) Que el guión, además, habla de esa diferencia en un cierto sentido 4) Y que todo esto lo hace para persuadir a alguien. La diferencia de la que habla un guión es lo que comúnmente se llama su tema y tiene que ver con el significado del guión, con lo que el guionista quiere decirle al mundo. El valor que el guionista le confiere a esa diferencia o contraste semántico, es la premisa que quiere compartir, su visión moral, política o filosófica de la vida. El cierto sentido con el cual el guionista busca compartir su discurso es el género: un guionista puede hablar de lo humano y lo divino, ya sea entre copas y lágrimas, o muerto de la risa. El afán de persuadir a los demás encarna, por último, lo que se conoce como la estrategia narrativa, ese ejercicio de la retórica que los manuales norteamericanos llaman comúnmente “la estructura”.
A ver si me explico:
Sobre la diferencia, la distinción o el contraste. Escribir con estructura significa restringirse voluntariamente a la cárcel semántica que impone un único contraste entre sentidos opuestos. En otras palabras, un guionista estructurado habla sólo de muy pocas cosas (aunque debe hacerlo con profundidad). Si escojo como protagonista de mi comedia romántica, pongamos el caso, a una indocumentada y si decido que su interés amoroso sea un funcionario del servicio de inmigración, es porque quiero hablar del contraste entre lo “legal” y lo “ilegal”y ese contraste semántico condicionará todo mi discurso. Si, por el contrario, llevo a cabo esa misma escogencia tan solo para que la indocumentada y el funcionario se queden atrapados en un ascensor y discutan sus gustos culinarios a lo largo de toda mi película, termino sin decir nada, porque mi guión no tiene estructura. El primer plano que sugiere un guión en su primera escena es, en este sentido, una condena, debería serlo: la imagen de un indigente que mira hacia la torre empresarial, de una novicia que observa cómo los novios sentados en el banco del parque se comen a besos, o de un niño que calla mientras todos ríen, establecen diferencias, instituyen distinciones, constituyen inescapables cárceles de significación que condicionan el guión in extenso. Del contraste o de la oposición semántica nacen, además, dos elementos esenciales del drama: en primer lugar el conflicto (el conflicto entre el mundo del indigente y el mundo empresarial, entre la novicia solitaria y el mundo de los que se comen a besos, el conflicto del niño que añora una sonrisa y el mundo impío que lo rodea). Del contraste nace, en segundo lugar, el viaje dramático, porque toda historia es un tránsito entre los dos términos de una oposición: de la pobreza a la opulencia, del aislamiento a la compañía, de la tristeza a la alegría. Corolario: Dime de cuál contraste hablas y te diré qué escribes.
Sobre el valor. Hay quienes creen ingenuamente que puede “expresarse artísticamente” y evadir las valoraciones. Sin embargo, todo decir implica una valoración, así sea en virtud del acto locutorio mismo. La idea de que la verdadera inspiración “artística“ prescinde de las valoraciones suele obedecer una pose trasnochada (y se topa con una paradoja: nadie habla para no decir nada, porque decir equivale a valorar). De manera que cuando se escribe un guión, tarde o temprano, el guionista se topa con las preguntas: “¿Qué creo o pienso yo de esto?”, “¿Cómo lo valoro?” La estructura es, en segundo término, construcción para la valoración y, en particular, edificación para la argumentación. Si escojo un contraste —el indigente frente al empresario, la risa cantarina frente a la mueca de disgusto— tomo partido. Y es que no hay manera de no tomar partido, así sea cuando se toma partido para postular que no se debe tomar ningún partido. Corolario: Llámese premisa, idea controladora o lo que sea, un guión es un subterfugio para emitir una valoración (valoración que, muchas veces, ni siquiera es consciente o racional, sino inconsciente o pulsional). De paso: la estructura de un guión muchas veces se erige desde esa valoración: si quiero decir que la vida valdrá la pena sólo cuando todos los niños solitarios puedan disfrutar de una sonrisa, es posible que la estructura de mi guión no sea otra cosa que el camino que conduce convincentemente hasta la valoración de esa sonrisa.
El sentido. Un error frecuente entre escritores nóveles —o ingenuos —consiste en creer que la realidad “habla por sí sola”. La “realidad“ que construye un guión, sin embargo, nace de un sentido construido, de un sentido que se funda en la estructura. ¿Qué la vida es bella? Lo es, en un sentido. ¿Qué la vida es trágica? Lo es, en otro sentido: de allí nacen la comedia y la tragedia. El asunto es que el sentido se tramita en un acuerdo con el espectador y, en el cine, ese acuerdo proviene, en buena parte, del género. Dicho de otro modo, si bien la realidad no se inscribe en algo parecido a un “género”, los guiones (y todos los discursos), necesitan de los géneros (a pesar de que algunos guionistas crean que su obra “trasciende” o está “más allá”de cualquier género). El conocimiento del género es para el guionista, lo que el conocimiento del contexto es para un hablante cualquiera en la comunicación cotidiana. Por más obstinado que sea un diputado, pongamos por caso, en general sabe que no logrará mayores respuestas eróticas si trata de seducir a su amada apelando a su última arenga política.
La narrativa del guión. El guionista ideal es aquel que sabe echar un cuento y, además, tiene un buen cuento que echar. Lo que esto quiere decir es que un guionista debe ser, por una parte, un buen creador de historias y, por otra parte, un retórico eficaz. Lo que esto también quiere también decir es que la estructura es un asunto complejo: hay una estructura del cuento que quieres echar (es la estructura de la cual he hablado hasta ahora) y hay una estructura que te sirve para echar el cuento. La primera instancia de estructura está contenida en lo que suele llamarse en nuestro argot la “storyline” (y que suele desestimarse, confiarse a la “creatividad” y despachar en unas pocas páginas en los manuales); la segunda estructura (o más bien, una amalgama de estas dosinstancias de la estructura) es la que suele expresarse en los “paradigmas”, las fórmula de los “tres actos” y los “plot points” y que, lamentablemente, es comunmente comprendida como la única “estructura” . Hay que entender, sin embargo, que la estructura no es solamente, lo que Robert McKee define como “una selección de acontecimientos extraídos de la vida de los personajes que se componen para crear una secuencia estratégica que produzcan emociones específicas y expresen una visión concreta del mundo”, sino que esa “vida de los personajes” aludida por el autor norteamericano, es otras construcción conveniente, es decir, otra instancia de la estructura. De estas distinciones se colige que no basta con disponer una “historia” (usualmente poco estructurada) en “incidente incitador”, “puntos de giro” y “Actos I, II y II” , para que se tenga un guión estructurado, por más que una práctica de la elaboración de los guiones (que viene, a su vez, de una práxis educativa) haya hecho del “Paradigma de Field” un credo único y suficiente. Corolario: La “estructura” no se logra de “afuera hacia adentro”, sino de adentro hacia afuera, es decir, de la estructura básica de la storyline, a lo que podríamos decir la “ superestructura” que impone cualquier paradigma. Dicho de otro modo, para convencer a una esposa de una mentira conveniente, no basta con ser un excelente actor, sino hay que fraguar una buena mentira. De la misma manera, se logra muy poco cuando se elabora una estrategia narrativa mediante la estructuración a lo Syd Field y se deja por fuera el problema nodal de la estructura básica de la historia que se quiere contar.
A manera de conclusión. La estructura de un guión es, ni más ni menos, la estructura de cualquier discurso comunicativo y está regida, en última instancia, por la estructura del lenguaje (del lenguaje en cualquiera de sus instancias, valga el retruécano). Uno escribe un buen guión, redacta una buena novela, garrapatea una conmovedora carta de amor o logra bien interpretar una apasionada pieza musical, cuando sabe construir una travesía coherente a partir de contrastes que construyen sentido y en esa travesía, seductora y sin devaneo, logra conquistar al corazón del oyente. La estructura es fácil: todos somos la estructura.
Por Frank Baiz Quevedo
Etiquetas: Consejos para jóvenes guionistas, Escritura del guion
Espero poder ayudar con este BLOG a todos los que están interesado en Poder alguna vez vender algunas de sus obras y vivir de ello.En este blog encontraran información sobre como escribir libros también a todos los interesado en la escritura de “guiones“de cine, TV, vídeos juegos o teatro Espero poder ser les útil