Sé que algún amante del género puede haberse sentido ofendido. Por supuesto que la poesía es mucho más. Pero la forma en la que quería defendera hoy es implicando que todo escritor debería escribir poemas a menudo, porque es la mejor forma que conozco de hacer músculo literario. Y, por eso, aquí van cinco ejercicios para crear poesía.
1. Elige una media frase (por ejemplo "Me gusta...", "Están durmiendo...", etc.) y haz un listado, hasta que no puedas más.
Sabina (y otros muchos) han creado gran parte de sus repertorios con las llamadas "canciones lista". Es curioso cómo volver una y otra vez a la misma frase puede terminar provocando las imágenes menos esperadas:
"El día huele a cerezas, a plátano y a menta;/ El día huele a promesas de bocas aún no despiertas;/ El día huele a murallas despojándose de piedras; El día huele a tu pelo, peinado por mi sonrisa;/...". El mecanismo es sencillo, ¿no?
2. Escribe una frase y oblígarte a empezar la siguiente con la palabra con la que termina la primera.
"El pájaro le protesta al gato por el acoso, /acosando él a su vez a la oruga distraida;/ Se distrae el niño con la bola, que apenas coge en sus manos,/ manos que se liberan y se alzan hacia el pájaro./...". Aquí se complica un poco, pero sólo un poco.
3. Elige un objeto, una situación, una persona... e intenta describirla en una frase cada vez, utilizando todos los sentidos, buscando metáforas, comparaciones, etc. Cualquier recurso que te venga en mente.
"Bajó de la montaña con las leyes de mi vida; /Podó lo que me sobraba, dejó lo que me quería; /Llenó la casa de olores a mundos de fantasía; /Vació mi mente de toda idea autodestructiva./ ...". Por ejemplo. Puede que no estés inspirado, como me pasa a mí hoy, pero el hecho es hacer el ejercicio cuanto más a menudo, mejor.
4. Recuerda un momento de tu vida en el que ocurriera algo muy importante para ti. Piensa en los HECHOS durante unos instantes, y luego trata de escribir sobre ello SIN NOMBRAR en ningún momento lo que sucedió realmente.
Utiliza sentimientos, metáforas... lo que sea: la clave es no ser descriptivo, sino poético. Atrévete a dejárselo a alguien y pídele que intente adivinar qué hecho describes. [si puedes hacerlo con métrica, mejor; y si consigues una rima asonante, el ejercicio será doblemente productivo. Pero que no te coharte, que se trata de fluir].
"La pantalla parpadeó, /mis manos se derritieron; /mi mirada se perdió /en vete a saber qué universo; /...". Obviamente, nada de eso pasó literalmente, pero pasó. No intentes averiguar de qué estoy hablando, porque necesitarías más versos :-)
5. Piensa en una frase y escríbela. Intenta leerla con otro sentido y escribe la siguiente frase partiendo de ese segundo sentido. Sigue haciendo lo mismo una y otra vez: gira, gira, gira...
"La mortadela hace que me tronche, /y mis dos mitades eligen sendos caminos: /la una el del Escrivá, la otra el del lenocíneo.". En fin, creo que sirve como ejemplo, ¿no?.
Como te recomendaba en el último listado de consejos, no viene mal releer lo que has escrito y marcar las partes que más te han gustado. ¿Quién sabe? Si la próxima vez empiezas por cualquiera de ellas, conseguirás una bonita poesía.
1. Elige una media frase (por ejemplo "Me gusta...", "Están durmiendo...", etc.) y haz un listado, hasta que no puedas más.
Sabina (y otros muchos) han creado gran parte de sus repertorios con las llamadas "canciones lista". Es curioso cómo volver una y otra vez a la misma frase puede terminar provocando las imágenes menos esperadas:
"El día huele a cerezas, a plátano y a menta;/ El día huele a promesas de bocas aún no despiertas;/ El día huele a murallas despojándose de piedras; El día huele a tu pelo, peinado por mi sonrisa;/...". El mecanismo es sencillo, ¿no?
2. Escribe una frase y oblígarte a empezar la siguiente con la palabra con la que termina la primera.
"El pájaro le protesta al gato por el acoso, /acosando él a su vez a la oruga distraida;/ Se distrae el niño con la bola, que apenas coge en sus manos,/ manos que se liberan y se alzan hacia el pájaro./...". Aquí se complica un poco, pero sólo un poco.
3. Elige un objeto, una situación, una persona... e intenta describirla en una frase cada vez, utilizando todos los sentidos, buscando metáforas, comparaciones, etc. Cualquier recurso que te venga en mente.
"Bajó de la montaña con las leyes de mi vida; /Podó lo que me sobraba, dejó lo que me quería; /Llenó la casa de olores a mundos de fantasía; /Vació mi mente de toda idea autodestructiva./ ...". Por ejemplo. Puede que no estés inspirado, como me pasa a mí hoy, pero el hecho es hacer el ejercicio cuanto más a menudo, mejor.
4. Recuerda un momento de tu vida en el que ocurriera algo muy importante para ti. Piensa en los HECHOS durante unos instantes, y luego trata de escribir sobre ello SIN NOMBRAR en ningún momento lo que sucedió realmente.
Utiliza sentimientos, metáforas... lo que sea: la clave es no ser descriptivo, sino poético. Atrévete a dejárselo a alguien y pídele que intente adivinar qué hecho describes. [si puedes hacerlo con métrica, mejor; y si consigues una rima asonante, el ejercicio será doblemente productivo. Pero que no te coharte, que se trata de fluir].
"La pantalla parpadeó, /mis manos se derritieron; /mi mirada se perdió /en vete a saber qué universo; /...". Obviamente, nada de eso pasó literalmente, pero pasó. No intentes averiguar de qué estoy hablando, porque necesitarías más versos :-)
5. Piensa en una frase y escríbela. Intenta leerla con otro sentido y escribe la siguiente frase partiendo de ese segundo sentido. Sigue haciendo lo mismo una y otra vez: gira, gira, gira...
"La mortadela hace que me tronche, /y mis dos mitades eligen sendos caminos: /la una el del Escrivá, la otra el del lenocíneo.". En fin, creo que sirve como ejemplo, ¿no?.
Como te recomendaba en el último listado de consejos, no viene mal releer lo que has escrito y marcar las partes que más te han gustado. ¿Quién sabe? Si la próxima vez empiezas por cualquiera de ellas, conseguirás una bonita poesía.