Es muy fácil decir que el libro de papel va a acabar y que sólo leeremos a través de la pantalla, pero la pregunta por el futuro del libro tiene que pasar también por un análisis de los cambios que se han venido dando en los procesos técnicos de la elaboración del mismo y muy especialmente en su comercialización.
Puede existir la idea (y creo que bastante extendida) de que los libros digitales, al no poder ser tocados, palpados, es decir, al estar hecos de bytes, no deberían costar nada, ser gratuitos o casi regalados. Quizás en algún momento me detenga a analizar esto con más detalle ya que se tiende a pasar por alto que, a pesar de que sea “intangible” el libro digital también debe ser editado.
Toda esta reflexión viene porque estoy leyendo una noticia en la que nos hablan de que la cadena de librerías estadounidense, Barnes & Noble ha implementado un nuevo servicio en sus locales y es que permite a sus ususarios que tengan acceso gratis (controlado, pero acceso al fin) a una lista de e-books o libros electrónicos.
Para hacer uso de esta herramienta es necesario actualizar el software del Nook, el lector de libros electrónicos de Barnes & Noble y cuando el usuario entre a cualquiera de las librerías de la cadena, automáticamente se personalizará el navegador, aparece el logo del lugar y las opciones permitirán el acceso temporal a texto completo a un buen número de libros del inventario.
Esta herramienta permite que se puedan leer o al menos tener una idea de qué va el libro que queremos e, incluso, poder leerlo completo. Solamente puede hacerse uso de este servicio durante una hora al día y seguramente más de uno estará yendo todos los dìas a la librería cual si se tratara de una biblioteca.
Ahora que estoy terminando de escribir la entrada me doy cuenta, sin embargo, de que tampoco se trata de una cosa demasiado novedosa ya que es lo que hacemos tradicionalmente en cualquier librería (bueno, en aquellas que lo permiten ya que en algunas se ponen fastidiosos o simplemente no hay donde sentarse) cuando hojeamos un libro para leerlo un poco más antes de saber si lo queremos comprar.
Quizás se trata entonces, por un lado, de fomentar la experiencia de la lectura mediada por la pantalla, de vender más libros electrónicos, por supuesto y, por otro, de llevar a los lectores de libros electrónicos la experiencia tradicional de una librería. ¿Ustedes qué creen?