¿Es necesario pasarlo mal para ser un buen escritor? ¿Sólo de los yacimientos del dolor surge la genialidad?
A nadie le gusta ser infeliz. Todo el mundo aspira a un bienestar, un statuo quo en el que se cumpla lo que dice la canción: salud, dinero y amor.
Pero ¿tener estas tres cosas incapacita a un escritor para engendrar una obra maestra? ¿La plenitud funciona como una neblina creativa? ¿La insatisfacción permanente origina novelas que hacen felices a los demás?
Una cosa está clara: cuando sufres, cuando padeces, cuando la realidad se empeña en tocarte las narices, entonces un esmeril afina tu sentido crítico, tu capacidad de análisis. Por ejemplo, si el polen no te ha provocado una profunda alergia a ti o a alguien que tú conozcas, ¿acaso cabe la posibilidad de que te intereses por el polen a un nivel profundo? ¿A un nivel que requiera cierta implicación emocional?
Via: papelenblanco