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31 mar 2010

Raúl Serrano: Introducción a su libro "Creación de Personajes Cinematográficos"

“Lo esencial es intentar recordar siempre que el guión empieza por el personaje. No por lo que quieres decir. Empieza y termina por el personaje.” Arthur Laurents.

Hoy más que nunca los guiones y los fims flaquean sobre todo cuando hablamos de las subtramas o de los personajes. Tal vez sea el fuerte academicismo sydfiliano, segeriano y demás lo que nos ha llevado a esta situación, pero sería injusto quedarnos ahí. Las películas de hoy en día son, ante todo, un intento frustrado por resolver y exponer tramas con miles de giros imposibles, donde el personaje ha de plegarse a las necesidades de la trama y no al revés. No se habla de sentimientos, (o se habla de una manera muy superficial, muy tópica) ¿por qué? Es posible que la nueva era (y la vieja) no tenga muchos temas de los que hablar (cosa incierta); es posible que no se indague mucho en quién cuenta nuestra historia, qué miedos o qué deseos siente, en qué entorno vive, por qué nuestro protagonista se peina con la raya a la derecha y no a la izquierda o si aún abraza su peluche a escondidas, como cuando tenía cinco años. También hay, por desgracia, un exceso de docentes que nunca han escrito un guión o por lo menos no un guión potente, bien elaborado y digno de ejemplo, por lo menos en España.

¿No son los personajes, ante todo, un vehículo para hablar de sentimientos? Y hablar de sentimientos es algo complejo, una aventura desconocida y azarosa, en donde la mayoría de las veces el guionista intenta escribir sobre lo que no sabe que sabe (como afirma Rosa Montero y recalca Miguel Machalski). En el caso de la creación o manipulación de sentimientos, también entran en juego la experiencia, la intuición y por desgracia, la razón. Estamos acostumbrados a justificar los sentimientos como si estuviéramos resolviendo un problema de lógica o un problema matemático. ¿Es posible que haya un exceso de linealidad expositiva a la hora de mostrar lo que sienten los personajes y cómo lo sienten? Eric Rommer se quejada, ya hace décadas, de la falta de “mentira” que había en el cine.

Otro lastre común es que se suele dar más importancia en justificar por qué el personaje siente lo que siente, que en hacer hincapié en lo que tal o cual cosa le produce. Hay (y esto no tiene solo que ver con la experiencia) un deseo de protagonismo espantoso, en donde importa más lo que quiero decir que la historia que cuento y/o quiénes la cuentan.

Los apuntes que forman este libro y la teoría que aquí expongo no van en función de una fórmula mágica. Son, si se me permite la expresión, un compendio de sentimientos y miedos que el guionista puede tener a mano a la hora de querer saber más sobre el significado, el significante y cómo afectan al individuo (personajes) en situaciones por ejemplo de estrés, de ansiedad, de paranoia, de obsesión, de terror, de pánico, etc. Si en algo es novedoso es sobre todo en cuanto a que yo siento que los personajes, durante gran parte del film, se convierten en “obsesivos paranoicos”. Y esto se da por varias rozones, expuestas, con mayor o menor fortuna, en los capítulos siguientes.

Lo segundo que puede ser novedoso es consecuencia del primer punto; creo que en todo film, incluso en la comedia o en la parodia, el personaje va a sentir una serie de miedos inevitables a medida que se vaya enfrentando con las situaciones que se le planteen. Es imposible evitar que choquen con lo que son y ante su destino, así como con los códigos y el lenguaje sobre el que están creados.

El tercer punto no pretende ser una máxima, sino una premisa: “¿El miedo debe ser proporcional al peligro y viceversa y debe estar acorde con el perfil del personaje?” En el apartado correspondiente pongo un par de ejemplos fílmicos que cuadran muy bien con este planteamiento. A veces, este planteamiento me ha sido valioso incluso para definir el o los géneros y el tono que predominaba en el guión.

Por último propongo una serie de modus operandi o de maneras que a mí me son útiles a la hora de ponerme a crear personajes. Hay guionistas a los que les es imposible crear historias y personajes totalmente inventados; siempre recurren a su vida, de manera consciente y premeditada, para desarrollar ambas cosas. Otros guionistas se dejan llevar por la imaginación en “estado puro”, y aunque todos sabemos que la personalidad y nuestras vivencias son intrasferibles e inevitables, prefieren crear desde cero y no buscan en su vida, de manera premeditada, personas, perfiles y situaciones que cuadren con su obra.

Saber todo el pasado, el presente y el fututo del personaje es algo a valorar por el guionista: ¿es mejor saber todo acerca del personaje antes de encarar el guión o por el contrario es mejor ir descubriendo la evolución del mismo? Actualmente hay varias posturas a la hora de valorar estos métodos. Otro apartado que se desprende de éste es; ¿qué información de mi personaje voy dando al espectador? ¿información intelectual o emocional? Tal vez éste apartado, junto al apartado de diálogos, sea uno de los más complicados que existen. Siempre hay que “jugar” con la información “intelectual” y “emocional” del espectador, en función de lo que queremos que sienta o piense de la historia y de los personajes, en tal o cual momento del film.

El cine es mucho más que un arte. Muchas veces es un balance consciente del mundo, de las sociedades, los sentimientos, los deseos, los miedos. Otras veces las películas son premoniciones de ciertas facetas de la sociedad o del individuo, y los “individuos” (personajes) que viven esas premoniciones, son como mesías o más bien como testigos de ciertas vivencias que ni siquiera aún se han dado en la “realidad”. Amamos a los personajes de un modo que no alcanzo a vislumbrar. Les permitimos ser quienes quieran y hacer lo que les venga en gana. No tienen carne, ni huesos, y están hechos con el humo que impregna nuestros sueños, nuestros deseos y nuestros miedos. Es por ello que se merecen un respeto y una atención que ha día de hoy está muy descuidada. Son “ese reflejo de un sueño en el sueño de otro espejo.” Son nuestro espejo de celuloide, pero ellos son eternos, para bien o para mal, y la eternidad es mucho tiempo.

Via: abcguionistas

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