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28 dic 2007

PORQUÉ ESCRIBIR LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

Muchos grandes escritores y muchos escritores actuales han comenzado publicando novelas para jóvenes.



¿En qué se diferencian los niños de los adolescentes a la hora de escoger un libro?. Afilemos nuestros lápices, que vamos a hacer un test de cultura literaria infantil y juvenil.

Identifica, a partir de los argumentos de las siguientes novelas, las edades a quienes van dirigidas:

a) Para tener un animal no hay nada como vivir en una casa con jardín. El protagonista tenía un perro; estaba a punto de inventar un aparato traductor para hablar con los animales y vivía con su madre en una casa con jardín. Pero tuvieron que trasladarse a un apartamento y allí las cosas empezaron a cambiar.

b) De la noche a la mañana, Ana Laura pierde el apetito, no atiende a las preguntas de su madre y no hace más que escuchar baladas románticas. Por fin, su hermana Andrea lo comprende todo: Ana Laura se ha enamorado.

c) Semana a semana, Tomás le cuenta a Juanjo, su psicólogo, por qué ha suspendido cinco asignaturas, si él jamás había suspendido antes. Lo ha hecho a propósito, porque no está contento con el cambio que se ha operado en su familia, desde que la Carpintería Ricardo se convierte en el bar de copas La Loca Carpintería de Ricardo.

d) Tres muchachos cuidan las plantas de una quinta deshabitada y deciden explorarla. Cada exploración termina con un enigma. Además, descubren un paquete de cartas del siglo XVIII. Narran la historia de amor entre Emile y Andreas, que termina trágicamente por culpa de un maleficio.

¿Ayuda? Las respuestas son A) El cuaderno secreto, de Hortensia Moreno, a partir de 7 años. B) Las princesas siempre andan bien peinadas, de Mónica Beltrán Brozón, a partir de 9 años. C) El negocio de papá, de Alfredo Gómez Cerdà, a partir de 12 años. D) Los escarabajos vuelan al atardecer, de María Gripe, a partir de 13 años

Hace veinte años se podía diferenciar bastante bien entre novelas infantiles y novelas juveniles simplemente leyendo una breve descripción del argumento, incluso sin saber la edad del protagonista. Pero ahora, las líneas se han difuminado y muchos escritores no saben dónde ubicar su libro.



Pero... ¿Por qué preocuparse de los detalles? ¿No puedes escribir una novela con un protagonista de doce años y dejar que sea tu editor quien la coloque en la colección que crea más adecuada? La cosa no es tan simple. Y el editor te exigirá que le indiques para qué edad está destinado. A medida que crecen, los niños y las niñas tienen necesidades diferentes. Si intentas colar una novela infantil como juvenil, tu audiencia tendrá la sensación de que no sabes qué terreno pisas. Además, con la especialización imperante en el mercado editorial, es muy posible que debas dirigir tu obra a un editor diferente en cada caso.

Algunos libros traspasan las fronteras, claro. Hay libros que enganchan a lectores desde la infancia y no los sueltan hasta ya pasada la adolescencia. Pero son excepciones: 'Momo', de Michael Ende puede leerse con placer siendo un niño de ocho o nueve años y hasta incluso desde una óptica adulta. En cambio 'La voz interior' de Jordi Sierra i Fabra, que explora la sexualidad, la traición y la envidia, por lo general no está dirigido a un lector menor de 12 años. Otros libros, en cambio, no serán capaces de atrapar a un lector adolescente.


A estadios diferentes, estilos diferentes

leyendoEn muchos casos, la edad del protagonista es una buena pista a la hora de determinar la edad del lector a quien va dirigida la obra, aunque no siempre. A los niños y las niñas les gusta leer sobre personajes que tienen su edad o son uno o dos años mayores que ellos. A veces un protagonista más joven puede atraer a lectores mayores siempre y cuando su historia tenga que ver con lo que viven los niños en ese momento.

Más o menos, las edades en que las editoriales suelen dividir los libros para niños son: De 0 a 3 años, de 3 a 5, a partir de 6 o 7 años, a partir de 9 años, a partir de 12 años y a partir de 13-14 años. Incluso algunas editoriales tienen libros para chicos y chicas mayores de 16 años. En general, suele considerarse literatura infantil hasta los 12 años y literatura juvenil a partir de los 13. En esta ocasión hablaremos de los libros dirigidos a niños y niñas entre 6 y 15 años, buscando las diferencias entre las diferentes etapas. Más adelante hablaremos de los álbumes ilustrados y los libros para niños y niñas menores de 6 años.

Mientras escribas, intenta visualizar a tu audiencia. La literatura infantil va dirigida niños y niñas desde los 6 años (si ya tienen suficiente soltura lectora) hasta los 12. En general, tiene una trama básica y la sigue sin adentrarse en otros vericuetos. La literatura juvenil que suelen leer chicos y chicas a partir de 13 años, será más compleja y los personajes se cuestionarán aquello que preocupa también a sus lectores. Pero hay algunas obras que traspasan los límites entre una y otra.

Mientras que en la literatura juvenil se extrema la sofisticación en cuanto a argumentos y personajes, en literatura infantil, los personajes se parecen mucho a sus lectores aunque enfatizando alguna de sus cualidades, como ser más valientes, correr riesgos más grandes o vivir situaciones extremas. Los lectores de literatura juvenil, en cambio, buscan la verosimilitutd. Pueden entender puntos de vista que no sean el propio siempre que estén bien argumentados. Por lo general, suelen gustar de literatura realista que refleje el mundo real, sea éste bueno o malo.

Así que vamos a explorar como algunos temas se tratan de manera diferente para distintas edades.

La inocencia perdida

En relación con el subtexto emocional de una novela, la literatura infantil aún tiene como protagonistas a los niños. Puede que estos niños busquen su propia identidad, sueñen con la aceptación de sus iguales o discutan con sus padres (actitudes que reflejan el mundo adolescente) pero son niños que recurren a su red de apoyo de familiar o, en su defecto, de sus amigos. Y cuando esta red se rompe, luchan como locos para volver a conseguirla.

En 'La Tierra de las Papas', por ejemplo, de Paloma Bordons, a María se le cae el mundo encima cuando sus padres le cuentan que se va a ir a Bolivia, lo que no sabe es que Bolivia le gustará mucho más de lo que ella se imagina. Gradualmente se irá adaptando a su nueva vida, haciendo amigos y descubriendo su entereza a la hora de enzarzarse en nuevas experiencias.

Ahora veamos una novela que también explora la sensación de pertenencia a un lugar y a un grupo de personas, pero dirigida a adolescentes. 'La banda sin futuro', de Marilar Aleixandre nos habla de Carlota, una joven que se acaba de trasladar a una ciudad nueva y deberá acostumbrarse a sus nuevos compañeros de instituto y a su nueva imagen. Carlota, al contrario de María, se enfrentará sola a este nuevo mundo y usará recursos más adultos para hacerlo.

Cruzando el umbral... o no

¿Recuerdas cuando creías que podías cambiar el mundo? Los protagonistas en las novelas para niños y adolescentes muchas veces son héroes que cumplen las expectativas de sus lectores. Pero el tamaño del mundo que cambian depende de la edad a quien va dirigida la novela. En las novelas para niños, los protagonistas suelen aplicar los cambios sobre sí mismos, sobre sus familias, sobre sus amigos o su vecindario, asegurando de esta manera a sus lectores que los problemas pueden afrontarse y resolverse. Pero al final del libro, los personajes continúan siendo niños. Más fuertes, más listos o más independientes, pero niños al fin y al cabo. En las novelas para adolescentes el mundo se expande y los conflictos son más sobrecogedores. Es muy posible que el cambio sea más radical y que en su camino, los adolescentes se conviertan ya en adultos.

En 'El Zoo de Pitus' de Sebastià Sorribes, por ejemplo, un grupo de niños y niñas deciden ayudar a un amigo enfermo que no tiene suficiente dinero para pagarse un viaje y una operación a Suiza organizando un zoo en el barrio. Las aventuras que correrán y la amistad creciente entre ellos los volverá más fuertes, pero al final de la novela continuarán siendo niños.

En cambio, en 'La guerra de mi hermano', de Jordi Sierra i Fabra, Gabriel vivirá la guerra en dos frentes, uno viendo como su hermano se marcha a una zona de conflicto y otra con las manifestaciones que se generan a raíz de ese conflicto. También aprenderá que las guerras pueden estallar en la familia. Y acabará la novela con más tristeza, pero también más adulto.

Tengamos en cuenta que como mayor sea nuestra audiencia, los conflictos cada vez profundizan más y las subtramas se complican. Podemos añadir nuevos personajes y nuevas preocupaciones.

Escribe de acuerdo con la edad

Los conflictos, en la literatura infantil deben ser relevantes a la edad a quien se dirige la novela. Los adolescentes están preparados para entender y preocuparse por conflictos exteriores a su marco de referencia que los niños aun no comprenden. Otros conflictos, particularmente los de carácter violento no se consideran apropiados, especialmente si el libro se usará en el aula. Pero conflicto es una palabra que se usa habitualmente para referirnos al obstáculo principal al que tendrá que enfrentarse el protagonista no tiene por qué ser triste o violento.

Los conflictos también pueden ser divertidos como a los que se enfrentan los protagonistas de novelas tan dispares como 'Frena, Cándida Frena' de Maite Carranza o 'Nunca más' de Fernando Lalana y José María Almárcegui. (Ver entrevista a Fernando Lalana.) El humor es un recurso útil tanto en literatura infantil como en literatura juvenil. Care Santos por ejemplo, también lo usa en su Operación Virgo para contar las aventuras de una adolescente que, ayudada por su amiga, quiere dejar de ser virgen y buscan mil y una estrategias para encontrar al candidato ideal para tal menester.



Los lectores de todas las edades, necesitan sentirse reflejados de alguna manera en sus lecturas. Y tu necesitas ver a tus lectores como individuos que pasan por ciertas etapas entre los seis y los dieciséis años. Para la literatura infantil, el individuo quiere iniciar un paso adelante para impactar a su mundo más inmediato: familia, escuela, amigos, pueblo... Cuando un personaje cambia, el lector tiene que pensar “yo también puedo hacerlo”.

En '¿Y si me defiendo?' de Elizabeth Zöller, Krissi, su protagonista pasa del miedo inicial a los matones del colegio a hablar de violencia en la escuela y a encontrar maneras de defenderse junto a los compañeros de clase.

En literatura juvenil, en cambio, los lectores no tienen tanta necesidad de verse reflejados en el libro. Sus mundos se expanden, y les gusta salir de sus puntos de referencia a través de la ficción. Lo más importante es que los adolescentes entiendan el por qué de las decisiones que toman los personajes para poder juzgar por si mismos si son buenas o no.

En 'No has muerto en Stalingrado', de Delstanches y Vierset, Walter Giezsce, se preocupa por buscar a su padre, que ha sido apresado en 1943 después de la batalla de Stalingrado. La mayoría de adolescentes si bien no viven situaciones similares, podrán entender las sensaciones que describe el joven Walter.

En conclusión, para escribir literatura infantil debemos tener muy claro el argumento y seguir la línea argumental sin irnos por las ramas. Debemos usar protagonistas cercanos a nuestros lectores, con vivencias similares. Y los conflictos deben ser cercanos. Los niños, al finalizar la obra, continuarán siendo niños. Por el contrario, la literatura juvenil suele hablar de crecimiento. Sus protagonistas no tienen por qué ser cercanos al lector, sino más bien verosímiles. Y los conflictos suelen ser más grandes incluso pueden no formar parte del círculo habitual de vivencias de un adolescente típico.

Por el momento lo dejamos aquí. Nos quedan en el tintero temas como la fantasía en libros infantiles y juveniles y las colecciones específicas “Para chicas” de las que hablaremos más adelante

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